Entradas populares

domingo, 17 de julio de 2011

Desafío en Gredos (cuaderno de bitácora): Capítulo IV

El cura campechano

Se me había hecho corto los días en Gredos. Antes de llegar ya quise quedarme, y antes de marcharme ya quería volver. Con este pensamiento en la mente puse la mochila rumbo a la plataforma. Seguí nuevamente los pasos de Javi. Esta vez no cerraba el grupo. No sabía que pasaba tras de mí, luego no puedo contar mucho de la angosta subida que el primer día fue una "agradable" bajadita hacia Auschwitz. Durante la subida tuve tiempo de pensar en muchas cosas. Sobre todo en una que echo en falta más de lo que podría imaginar tras más de un año de ausencia. Los ojos se querían tornar vidriosos, pero la fuerza por no hacerlo y que me vieran de tal sisa no era menester en su sitio tan maravilloso para los sentidos como es Gredos. Al parar brevemente en la primera fuente el grupo se unió. Repostamos los bidones, botellas y cantimploras con el milagroso agua que no necesita el adictivo té ni las gotitas de lejía.
- ¿estás bien, mister?- preguntó Nacho.
- Sí, ahora voy, id tirando- respondí.
Unos pocos metros más arriba hicimos el descanso de unos diez minutos. En el mirador. Una valiente cabra se atrevía a acercarse más de la cuenta a los visitantes en busca quizás de variar un poco su vegetariana dieta por unas galletas, kikos, o salchichón!!
Yo cargaba con la guitarra. Me estuve acordando de a quien se le ocurrió traerla todo el tiempo que cargaba con ella (es broma, no fue todo el rato). Todo el mundo me miraba. Se preguntaban qué diablos hace un tipo con una guitarra aquí. Es como si uno se marcha a subir el Everest y se lleva una guitarra o algo peor, un armario con perchas para que no se le arrugue la ropa (uff se me está llendo demasiado). Tras alcanzar la zona alta de la montañita arrancaba un descenso plagado de domingueros camino a la Laguna Esmeralda probablemente más que a la Grande.
-¿Nos falta mucho?- preguntaban los ignorantes cada vez más lejos de su destino.
Uno se tenía que reír y contestar que no mucho. Mientras bajaba pensaba en lo mucho que le gustaría ese lugar a quien pensaba durante la subida. Luego, pasado un rato reflexionando solo, dejé de pensar en esas cosas y me centré en llegar al coche. Aún había bastantes cosas que hacer ese día y no estábamos como para perder el tiempo.
Cuando llegamos a la Plataforma volví a mirar el reloj. Habíamos tardado mucho menos que en la ida. También íbamos menos cargados eso es verdad, pero me da a mí que las ganas de pillar coche y de volver a casa a echarnos en un colchón tiraba más rápido de nuestras piernas. Allí pudimos decir que el Desafío estaba ¡Conseguido!



Lo siguiente era bajar al pueblo más cercano a una misa. Curiosamente acabamos a eso de la una en el que estaba a los pies de Gredos. Tocaban las campanas la llamada a la casa del Señor.
- Veo a la gente muy de domingo Ana- dije en voz baja.
- Esto parece un bautizo o algo así- dijo la pequeña Ana con una sonrisilla.
- Esto va pa´largo- dijo Javi.
Cuando la cosa empezó todo parecía ir bien. Todo estaba en orden. Pero durante la homilía comenzó el cura a realizar un -perdonadme que lo diga así- "monólogo semihumorístico" debido a su peculiar trato y forma de expresarse. El hecho de contar las cosas de una forma directa y sencilla le daba ese toque de gracia y de campechano al hombre que a mí me hizo llegar lo que él quería transmitirnos a los allí presentes.
-Y es que la Santísima Trinidad no es un misterio, es una realidad. No me cansaré de repetirlo- dijo varias veces (y las que llevaría de las anteriores misas)
La misa proseguía y de nuevo regresó el humor en el momento del bautizo. Pues preguntó a los padres del chaval que si querían bautizarlo. Y tras el sí paternal dijo: "bueno, pues vamos a bautizarle". Ale, como quien no quiere la cosa, jajaja.
Pero la cosa no acaba aquí, durante el momento de darnos la Paz los unos a los otros, vino a decir una cosa así: "La Paz, sea con vosotros!!". Entre risas no tuve más que contestar igual de campechano "¡y con tu espíritu!". "Daos fraternalmente la paz!!" (inquirió de manera alegre) No se podía decir que no.
En ese momento, debido quizás a nuestras pintillas de aventureros que solo pegaban en la montaña, noté que no todo el mundo de los allí presentes quería dar la Paz. Se hicieron los suecos. Ana y Javi saben bien lo que digo.
Tras una agradable misa y recibir una rosquilla en honor al bautizado había que buscar un sitio para comer. Lo hicimos en un pequeño espacio en un "area de descanso" de una gasolinera. Allí la llamada de la selva hizo su aparición. ¡Menos mal que eran unos servicios limpitos!. Los primeros que veo así en una gasolinera. El menú de la comida era variado respecto a los días anteriores. Atún con y si tomate, mejillones, sardinas, patatillas fritas, naranjas, manzans, zumos sin azucar, agua fresca... Durante esta parada comenzó la discusión por el dinero. Que yo he puesto el peaje, que este otro aún no ha pagado, yo puse el refugio, ¿cuánto es en total?, a mí decidme lo que me toca pagar, yo te debo tanto, saca la blackberry y suma... La cabeza me iba a estallar. Quería cortar aquello por la vía rápida. Al final parece que salieron las cuentas. Y pudimos retomar la marcha. La siguiente parada, El Escorial, primera despedida, Bal.
La salida fue por la antigua nacional y fuimos por los pueblos hasta Las Rozas, lugar dónde tomamos la A-6. Canciones diversas sonaban por un lateral del coche y las cantábamos como buenamente nos sabiámos mientras Ana hacía como que intentaba dormir algo en el asiento de atrás. With or without you, where the streets have no name, Pride (in the name of love), El dorado, Carolina, Cartas de Amor, grandes canciones sin duda. Así llegamos a nuestro lugar de partida, la puerta de la Universidad. Allí nos despedimos el resto y nos repartimos las sobras de los víveres. El viaje había terminado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario