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martes, 6 de diciembre de 2011

Mudanza

Amigos, he de comunicar que cierro. Pero no por culpa de la crisis, no. Me voy a otro sitio, a http://www.thetruthfinder.wordpress.com allí podréis seguirme. Seguiré haciendo más de lo mismo. Esto va a ser como cuando uno se muda de casa y cambia de barrio, pues igual. Hasta que te haces con lo nuevo se tardará un poco, pero se acabará llengo a mejor.

Os veo por el nuevo sitio.

Abrazos y reverencias

JVF

sábado, 26 de noviembre de 2011

Estos genios sí que han brillado

Hace unos días comenté dos películas del tirón. Les hablé de Melancolía y de Habemus Papam, dos películas que me decepcionaron bastante viendo de quienes proceden, los grandes Von Trier y Moretti. En esta ocasión tampoco he querido pasar de largo ante dos nuevos estrenos de otros, para mí, dos grandes directores, Polanski y Cronenberg´. Al último ya se le puede incluir en el club de los selectos tras sus tres últimos trabajos (Una historia de violencia, Promesas del este y Un método peligroso). Ya lo adelanto, pero me parecería penoso que alguno de estos dos directores no tuviese alguna nominación, bien ellos o sus películas en los oscar. El caso de Polanski lo veo más complicado por sus problemas con Estados Unidos, pero al canadiense Cronenberg ya es hora de ir dotándole de gran relevancia.

Un dios salvaje (Carnage)

AÑO 2011
DURACIÓN 79 min.
PAÍS Francia
DIRECTOR Roman Polanski
GUIÓN Roman Polanski, Yasmina Reza (Obra: Yasmina Reza)
MÚSICA Alexandre Desplat
FOTOGRAFÍA Pawel Edelman
REPARTO Kate Winslet, Christoph Waltz, Jodie Foster, John C. Reilly
PRODUCTORA Coproducción Francia-Polonia-Alemania-España; France 2 Cinema / Versatil Cinema /Constantin Film Produktion / SBS Productions / SPI Poland
WEB OFICIAL http://www.sonyclassics.com/carnage/
PREMIOS 2011: Festival de Venecia: Sección oficial a concurso
GÉNERO Comedia. Drama | Comedia negra

Como en los oscar no estará, y Francia no la va a seleccionar para que la represente, aunque la dotará de nominaciones espero en los César, probablemente, el nuevo trabajo de Roman Polanski (El pianista, El escritor) es de lo mejor que se ha estrenado este año. Como ya decía antes, los grandes han vuelto, y en esta segunda tanda parece que todo ha ido a mejor.

En esta ocasión el director parisino ha adaptado a la gran pantalla la obra teatral de Yasmina Reza de mismo título. La historia narra las disputas entre dos matrimonios a causa de una pelea que han tenido sus hijos a la salida del colegio. Si sólo se quedasen con esto no pensarán todo lo que puede sacarse de esta obra. En un tono de comedia muy muy negra, sin caer en lo absurdo, Polanski define a las personas, a las clases sociales, a los hombres y a las mujeres. A veces de forma muy hábil y sibilina, otras veces es directo, agresivo, duro, salvaje.

La historia está rodada del tirón, como si fuese una obra teatral. La acción transcurre en un solo día y en un sólo lugar, la casa del matrimonio del hijo que resultó herido en la pelea de chiquillos.

Desde el principio todo apunta que aquello va a ir a peor. Sólo hay que ver la primera escena en la que los padres de la víctima están redactando una carta acerca de lo ocurrido y los padres del agresor corrigen una palabra. Desde ese momento comienzan a volar los cuchillos, al principio de forma armónica, sin levantar la voz. Y poco a poco la intensidad se va elevando hasta alcanzar el clímax de máxima tensión donde todos estallan. No sólo se critican una pareja a la otra, sino que se terminan criticando entre ellos, los unos a los otros. Entonces surgen alianzas, los hombres por un lado, las mujeres por otro, pero con la diferencia que ellas no se soportan y acaban solas, cada una con su causa. Los hombres por su parte encontraron la unión en la simpleza ya hartos de lo que estaban soportando y que no veían lógico. Si los chavales se pegan, pues se pegan, pero no hay que hacer un drama, se habla con ellos, se les echa la bronca y que se pidan perdón, pero no hay que sacar las cosas de quicio, como ocurre en Carnage.


Los actores siempre son claves en la historia. Una película es buena si tiene una buena historia y buenos actores que sepan sacar adelante aquello que el director les pide. En esta ocasión se ha juntado todo. Una gran historia, un gran director y cuatro fantásticos actores a cada cual mejor. Por encima del cuarteto protagonista y único destaco a Kate Winslet. Está soberbia. Comedida cuando debe y descontrolada también en el momento adecuado. Me tiene enloquecido. Papel que hace, personaje que borda. ¿Cómo lo hará? Solo los grandes actores pueden hacerlo. En esta ocasión su personaje empieza comedido, tímido, con modales, tratando de guardar apariencias, sobre todo defectos. A medida que su marido, Christoph Waltz, va poniéndose y poniendo más nervioso al auditorio y a los otros tres protagonistas con su teléfono, ella, va cambiando su apariencia hasta acabar saltando. La primera persona que trata de mediar en el asunto termina por romper sus esquemas y violar su código para comportarse verdaderamente como ella, interiormente, desea desde un principio. Cosa que no hacen ni el personaje de Jodie Foster ni de Waltz, los cuales desde el principio no se cortan ni un pelo y se enzarzan en una discusión que desde el comienzo no se la ve fin bueno, bueno, no se le ve fin mejor dicho, pues ninguno se pone de acuerdo. Por el contrario, lo mismo que le pasa al personaje de Winslet le ocurre de forma parecida al de John C.Reilly. Un gran actor muy mal tratado por la academia, pues en muchos casos ha realizado grandes papeles con los que no ha sido reconocido. En esta ocasión su personaje, completamente distinto al de Winslet, pasa por los mismos estadios que el de su compañera. Lo mismo ocurre con los de Waltz y Foster. Parece que las verdaderas parejas debieran formase entre los contrarios, pero tampoco, ni lo uno ni lo otro. A Foster no se la entendería sin Reilly ni a Winslet sin Waltz. Espero que me entiendan, pues es lioso.

Música apenas tiene, no hace falta, el ritmo lo pone la intensidad de los actores con sus diálogos. Pero lo que siempre está en todas las obras de Polanski, y que en esta ocasión tampoco ha faltado es el ambiente de tensión que se respira en todas las películas. Uno desde el primer segundo ya intuye que algo va a pasar, y que por lo general va a ser malo. Por esto y por haberme hecho pasar una hora y veinte minutos atrapado en el sillón del cine riendo sin parar y viendo cómo es el ser humano verdaderamente, gracias Roman.

Lo mejor: Kate Winslet y Roman Polanski haciendo comedia

Lo peor: La escena del vómito (demasiado visual)

Nota: 8.5




Un método peligroso
TÍTULO ORIGINAL A Dangerous Method
AÑO 2011
DURACIÓN 93 min.
PAÍS Canadá
DIRECTOR David Cronenberg
GUIÓN David Cronenberg (Novela: Christopher Hampton)
MÚSICA Howard Shore
FOTOGRAFÍA Peter Suschitzky
REPARTO Keira Knightley, Viggo Mortensen, Michael Fassbender, Vincent Cassel, Sarah Gadon, Katharina Palm, Christian Serritiello, Andrea Magro, Bjorn Geske, Franziska Arndt, Wladimir Matuchin, Clemens Giebel
PRODUCTORA Co-producción Canadá-Reino Unido-Alemania-Suiza; Recorded Picture Company (RPC) / Lago Film / Prospero Pictures / Millbrook Pictures
WEB OFICIAL http://adangerousmethod-themovie.com/
PREMIOS 2011: Festival de Venecia: Sección oficial largometrajes a concurso
2011: Festival de Toronto: Sección oficial largometrajes a concurso
GÉNERO Drama | Biográfico

No me apetece considerar, de Cronenberg, sus anteriores filmes a Una historia de violencia. Quizás su mejor película hasta el momento y que será difícil superar pese a haber alcanzado un nivel de notable alto-sobresaliente con sus últimos trabajos. En esta ocasión nos trae la historia entre dos psicólogos, Freud (Viggo Mortensen) y Jung (Michael Fassbender), y de cómo fue su relación y la que tuvieron con una paciente en particular, Sabina Spielrein, excelentemente interpretada por una soberbia Keira Knightley, para mí, el mejor personaje y la mejor actriz.

Realmente la historia está más centrada en cómo Gustav Jung, tras una reunión de 17 horas con su admirado compañero de profesión, Freud, comienza a comportarse verdaderamente como él desea, a sabiendas de que aquello le hace daño, pero que por instinto no puede evitar hacer, y no es otra cosa que sucumbir a sus bajas pasiones con la paciente Spielrein (la cual tiene problemas psicológicos debido a unos turbulentos problemas sexuales). Todo ello va hilado con una disputa por la supremacía en el campo de la psicología. Freud no quiere dejar el primer escalón en pos de un duro y joven aspirante. Entonces trata de ponerle todas las trabas del mundo. Quizás lo hace por miedo a perder fama, o quizás porque verdaderamente él hubiera querido sucumbir a sus bajas pasiones, y que, debido a la edad, ya no puede hacerlo, sería patético. Por ello se comporta como se comporta y trata a Jung como lo que para él es, un gran médico, judío (lo cual le marca muchas diferencias con el ario de Freud), joven y adinerado.


Fuera de que Knightley supera con creces cualquiera de sus anteriores interpretaciones, no sabría decir quien de los actores masculinos está mejor, si Fassbender o Mortensen. Quizás me quede con Viggo por hacer un personaje mucho más complicado que el de Michael. Ha tenido que lidiar con la más fea como se suele decir. Apenas tenía que hacer actos, sólo poner caras, decir frases, fumar. Y eso me resulta mucho más complicado que todo aquello que tenía que realizar su antagónico, pues al tener más acción, puede ocultar más un bajón a la hora de actuar, cosa que no muestra.

La música me encantó. La ambientación es fantástica. Aunque los efectos especiales de las escenas en el trasatlántico le fallen un poco. La puesta en escena es magnífica. Siempre me recordó a Polanski en una cosa, y que es la que caracteriza a Roman, que hay tensión desde el minuto primero. Sabes que algo va a pasar. Va a ocurri algo malo y a ver cómo sale el protagonista de esa. Cronenberg para mí se ha convertido en un gran contador de historias. Desde Una historia de violencia no pierde el hilo a sus argumentos. Ya no se va por las ramas como antaño. No desvaría. Es más explícito eso sí, quizás pueda y deba comedirse un poco, pero eso le quitaría personalidad a sus obras. Ya quiero tenerla en DVD y estoy esperando a las siguentes suyas. Quizás me aventure, pero si ninguno de los tres protagonistas, sobre todo Keira, no están nominados a los oscar, me voy a llevar una decepción salvo que después vengan grandes películas de otros genios.


Lo mejor: Keira Knightley

Lo peor: Los efectos especiales

Nota: 8.5

jueves, 24 de noviembre de 2011

De la habitación, en el cabecero, el despertador de inquietudes

Entro por un hueco rectangular a un cubículo amueblado. Cuatro paredes enanas en gotelé y pintura azul celeste. Un cuadro de nudos marineros en la pared más grande. Un poster de Bruce Springsteen en la segunda. En las pequeñas hay lo que cabe. Cuatro estanterías rellenan el espacio alto del zulo. Están en dos colores, azul oscuro y marrón. Soportan inmensidad de cosas decorativas, muchas de ellas insignificantes. Un Marco Aurelio, un David, una avioneta de madera, unas figuritas de U2, las obras de los grandes clásicos de los que he ido aprendiendo, las fotos de comunión de la familia...

Está claro que es mi cuarto. También consta de dos mesas. Una azul para el ordenador, donde suelo perder el tiempo más que aprovecharlo. La otra os reto a adivinar el color. En ella estudio. Tiene un flexo del que cuelga un collar que me dio un ghanés en la JMJ, 2 calendarios, y chismes, cientos de chismes, incluso una pila de dvd's y otra de cd's de música y vídeo.

Como todo cuarto tiene también un armario, donde curiosamente, no guardo mi ropa, pues la meto en uno del pasillo de la casa, sino que ahí almaceno la ropa que no se usa en las épocas del momento (la de invierno en verano y viceversa).
Tampoco le puede faltar la cama, que no es normal, pues está a la altura de la cinturita, quizás un poco más. Por debajo tiene cajones y una segunda cama, ya saben, por eso de las visitas.

Al lado del cabecero, si le puedo llamar así, tengo más libros, el que estoy leyendo y los que tengo intención de leerme. También hay una radio, la cual escucho religiosamente a diario, si no, no puedo conciliar el sueño placentero. Y la pieza estrella curiosamente también se encuentra en esta zona: El despertador. Una maquinaria sencilla en todos los sentidos, tanto en la forma como en su diseño. Ha sido con ella, poniendo la hora a la que me intentaré levantar mañana, que me ha venido a la cabez a la famosa frase de Thoreau: "Antes que el amor, el dinero, la fe, la fama y la justicia, dadme la verdad". Es curioso, estaba pensando en la verdad y en cómo la busco. Me preguntaba si lo hacía bien, si era muy o poco inquieto. He llegado a la triste conclusión de que sólo soy inquieto para lo que quiero, no para lo que me debería interesar en el momento adecuado. Os lo aclaro, puedo estar en clase y ésta me puede resultar un soberano aburrimiento y no atiendo, es decir, no busco la verdad en el momento adecuado. También se da muchas veces el caso contrario, el bueno. Pero adónde quiero llegar es a tocar más palos. Ejemplo, una relación. No pienso en la otra persona ahora mismo con aras de hallar en ella la verdad del asunto. Que no es otra cosa que confirmar si estamos o no juntos en alguna manera que sólo Dios sabe si nos va a hacer bien o mal y de la que cada uno diferimos de esto aunque queremos que las cosas salgan bien.
Y esto me jode. Perdón por la expresión, pero así son los sentimientos, duros pero a la vez bonitos y fascinantes. Si he suscitado alguna inquietud acerca de si estoy junto a una persona o no, lo siento, no la voy a afirmar aquí, pregúntenmelo fuera de estas apáticas líneas.
No aguanto más, pensando en si debo confirmar un sí o un no acerca de la cuestión planteada al final me voy a despedir, creo que voy a seguir el sabio consejo de quién sabe que lo dijo por primera vez que "la almohada es la mejor consejera" y con ella mantendré un diálogo sin palabras sonoras, sólo mentales en el que sólo hablará uno de los dos sujetos, un loco servidor que sólo quiere sentirse bien, cómodo, con la verdad en su posesión.
Adiós.

sábado, 19 de noviembre de 2011

Involución democrática

Siempre me había parecido un tipo interesante. Se hacía muchas preguntas, a cada cual más interesante. Eso me sorprendía. Cómo un tipo a esa edad leía cierto tipo de revistas, se preguntaba por conocer la verdad y la buscaba. Nunca podré decir que yo he sido así. A mí no me sale ser tan honesto. Quizás porque comencé tarde a hacerme preguntas o a buscar la verdad. Pero una cosa sí que me sale, y no es más que darle gracias por lo que consiguió hace un año, introducirme en el camino de la búsqueda de la verdad que tenía abandonado. Un camino en el que pensaba que estaría solo y para nada, estoy muy bien acompañado.Este chico del que hablo y que os presento es Pablo Ortíz (Granada del 90) humanista en camino, buscador de la verdad.
Me dijo: "hazme una crítica sobre el artículo". ¿Qué puedo decir de algo que es verdad? Voy a ser muy sencillo, quizás parezca simple, pero espero ser completo al mismo tiempo: es fantástico. Yo no puedo hacerlo tan bien, es imposible, no me sale. Y en el fondo te envidio mon amí. Haces que me enorgullezca de ti, esto y las conversaciones que siempre tenemos, que aunque a veces sean breves ayudan muchísimo. Nuevamente gracias.

Y ahora ya sólo me queda dejaros con el artículo de Pablo Ortíz y su INVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA:

El término democracia tiene origen en la Grecia Clásica, y significa poder del pueblo. Una serie de tiranos, sin la connotación que hoy día podríamos recabar en nuestros políticos, conocidos como Dracón, Solón, Pisístrato, Clístenes y Pericles llevaron a cabo un código constitucionario, que más tarde evolucionaría en la Democracia, donde el pueblo (Ecclesia) decidía las cuestiones del estado.

A finales del siglo XX, los países fueron introduciendo este sistema, corroborando y verificando las palabras de un excéntrico griego, Pericles: “seremos admirados por nuestros contemporáneos y por las generaciones futuras”. El objetivo era hacer oír las voces del pueblo, y para ello, los media eran imprescindibles. El papel fundacional era servir como canal para las opiniones individuales, es decir, ser un lugar de debate, porque los supuestos de los medios de comunicación son: informar; que una mayor información provoque una mayor participación política; y que esto favorezca una democracia saludable.

El problema surgió con la aparición de la televisión. La intervención de este media provocó el desplazamiento de la opinión pública, la esencia de la democracia, y la perversión de los supuestos. En la actualidad no existen las opiniones individuales, existe una masa de individuos que creen tener una doxa, pero que en realidad viven manipulados y manejados por este canal. Sartori comenta que “actualmente, el pueblo soberano opina en función de cómo la televisión le induce a opinar”. Karl Popper siguiendo el hilo a Sartori, dijo que “la democracia no puede existir si no se controla la televisión”. Sartori responde diciendo que es un suicidio confiar “la conducción del gobierno de un país a conductores que no tienen permiso de conducir”. A este exceso interrelacionar entre política y los media, se conoce con el nombre de Democracia Mediática.

Estas reflexiones me sirven para analizar la involución democrática producida desde su establecimiento. Debo ahondar en la consecuencia que cierra el ciclo de la alienación ciudadana. Hablo del despotismo democrático. El eje de la televisión apunta a un término ideado por Tocqueville, pensador francés, que se hace contemporáneo. Hablo de la llamada <>, fenómeno que va de la mano de la televisión, ya que la programación de dicho conducto va dirigido a un grupo social, los apáticos, que representan al 70% de la población y cuyo único interés hacia la información es el ocio. Esta masa social u Homo Videns, participa en las elecciones democráticas, pero al estar influidos por la televisión actúan, de cara a este importantísimo acontecimiento, como una masa con una doxa que define el término de Tocqueville, provocando el despotismo democrático. Por eso, hoy opino que no solo no me representan la jauría de incompetentes con ansias famélicas de poder, sino que tampoco me veo representado por esta masa apática, negligente y alienada.



viernes, 18 de noviembre de 2011

Héroe crepuscular


Últimamente me he dado cuenta que se emplea en demasía la indecorosa palabra fucker (nos referiremos ahora en adelante a él como ...) para referirse al hombre ligón, al guapete que se lleva a las chicas de calle. No me gusta nada, he de decirlo o REVIENTO.

Este término hay que cambiarlo. Yo personalmente opto por volver a los orígenes: Héroe crepuscular. Aquel término llevaba connotado una serie de valores positivos que el ya mencionado ... que sólo sigue las faldas para conseguir presas o trofeos. El Héroe crepuscular era guapo, más bien alto, siempre erguido ante las damas, cortés, listo, apuesto, duro pero a la vez sensible, romántico y un poco "macarrilla", valiente, fuerte y decidido a hacer el bien.
Por lo general la vestimenta del héroe es más que correcta. Si obviamos que lo lógico es que como indumentaria típica lleve el traje, se le permitirá el uso de camisa -no demasiado ancha- y de un pantalón de vestir. A ser posible con el uso de cinturón. Uno bueno, nada de los que vienen ahora con los pantalones que no sirven para nada. Se puede variar más el zapato y el complemento de la corbata, la cual se puede alternar con pañuelos, pajaritas, etc; todo según la ocasión. La americana le viste mucho, le estiliza, le hace mejor.


El héroe bien podría saber el arte de algún instrumento musical. Puede fumar, en sus orígenes era necesario, ahora se le permite el no hacerlo. Igual ocurre con el tipo de bebida. De vino para arriba. Nada de refrescos salvo la cerveza y según cuáles.
Qué lejos quedan ya las tallas y poses de ilustres héroes como John Wayne, Robert Mitchum o Cary Grant. Ahora ¿qué tenemos? mejor no respondamos a esta tendenciosa cuestión y quedémonos sólo con la figura del héroe en nuestra mente, gracias al uso de la capacidad hiperestésica de cada uno (imaginación), si no lo consiguen, lo mostraré también a continuación y durante la alternancia de párrafos con fotografías de los hombres citados arriba por el abajo firmante.


Tras lo dicho sólo puedo esperar que se hayan concienciado de que hay que recuperar términos casi extinguidos para mencionar a los que representan ahora términos procedentes del habla extranjera, y que desvirtuan ,trivializan y reducen el concepto del verdadero caballero que se lleva de calle a las señoritas.



fdo: JVF

jueves, 10 de noviembre de 2011

Decepcionan los genios

Normalmente no suelo hacer esto, pero hoy voy a comentar dos películas del tirón. Hacía tiempo que no publicaba nada de cine, por ello, con esta entrada lo retomo. He de decir ya de antemano que los dos autores de los que voy a hablar los tengo bastante afecto, pero no sé qué les ha podido pasar este año, que han coincidido con película, que no me parece que hayan cuajado sus obras. Aunque no han dejado indiferente a nadie, y eso es muy bueno.

El primer amiguete es el siempre conflictivo Lars Von Trier y su Melancolía. En ella nos habla de lo poco, por no decir nada, para lo que sirve el ser humano. Trier ya ha caído en el nihilismo absoluto, no sé qué ápice le puede quedar para tener ganas de vivir. Nada le llena, nada le vale, todo lo acaba destruyendo, para ello usa muy bien la música, ese Tristán+Isolda que embellece en exceso una película que sólo tiene sentido para aquel que no tiene nada por lo que vivir y que tampoco es tan valiente, o cobarde, según se mire, como para suicidarse, y que por tanto debe esperar a que se acabe el mundo.

Poco a poco, Trier va demostrando que sufre de alguna patología. Confesó en las entrevistas de promoción del filme que ha sufrido múltiples depresiones. La pena es que en lugar de tratar de salir de ellas parece, por todas sus películas, que vive en una constante, pues todas, salvo El jefe de todo esto (2006), una exquisita comedia dogma, la cual recomiendo apasionadamente. Bien es cierto que también me encantaron Dogville y Manderlay, pero que volvió a las andadas de lo macabro, que no dogma, con Anticristo.

En Melancolía nos presenta una historia de la vida desde el punto de vista de dos hermanas. Cada una interpretada por Kirsten Dunst y Charlotte Gainsbourg de forma excelente, pues te llevan al punto del máximo sufrimiento. Cada una desde un punto de vista distinto. Cada personaje lleva al espectador a lo más bajo del sufriemiento, pero ellas son las que se llevan toda la plana.
Toda la historia gira en torno a una boda que desde el principio se ve que va a ir todo a pique y la depresión post boda. Todo ello aderezado con el aliciente de que el mundo se va a acabar -tema tan candente en estos momentos entre la opinión pública.
Muchas escenas y situaciones son copias, y esto me decepcionó un poco, de su aprendiz o amigo Thomas Vintenberg, y de su fantástica Celebración.
No me voy a detener en más. No comparto la visión nihilista que quiere enseñarme Lars, soy todo lo contrario a su filosofía, si no, no podría vivir. No estaría agusto ni conmigo mismo ni con las personas que me rodean. Trier que en la segunda parte de la película habla en numerosas ocasiones de la felicidad, la cual la trata siempre en grupo y no de forma individual, cosa que comparto, no la desarrolla porque no la concibe como real. Y mira que quiere que sus personajes sean felices, pero no puede. ¿Por qué? porque el propio director no lo es y no puede permitirlo a sus monigotes teledirigidos por su batuta.
Lo único bueno que le destaco a la obra es la banda sonora, magistral, si bien no es original, al menos concuerda muy bien con la historia que quiere contar. Las interpretaciones son fanstásticas, soberbias. El manejo de la cámara, la iluminación, la fotografía, el ritmo, son los adecuados. A mí se me hizo un poco pesada, he de admitirlo, pero porque la historia que me contaba no me atrajo, no estaba de humor para encajar severos golpes y agonizaba por momentos. Pero lo que más agradezco a Trier es que me despertó un sentimiento, quizás no el deseado, el de decir qué obra maestra, sino el de querer darle una paliza. No el de, bueno tras esta película ya sólo me queda suicidarme no, yo quería pegarle un par de guantazos a este hombre para que se replantee la vida y para que ojalá regrese al buen dogma como en 2006.

Nota: 4 (voto personal por todo lo que produjo, pero he de admitir que tiene mucha calidad y que quizás, sin inmiscuirme en lo personal debería darla un 7 o un 8)
Lo mejor: K.Dunst, la música y los golpes de humor negro.
Lo peor: Trier.



La siguiente película cambia de país. De la nórdica Dinamarca nos movemos hacia la mediterránea Italia para presenciar lo último de Nanni Moretti, grande por obras como La habitación del hijo, El caimán, o Querido diario, y que en esta ocasión ha tratado de reflejar la sensación de un Papa nada más ser elegido. Lo ha hecho en tono de comedia, la forma con la que más se divierte, se ofende, pero en la que se permite todo.

Moretti ha tratado de dar su visión de cómo se imagina él un cónclave y de cómo lo viven los que lo realizan. Cierto es que Moretti no cree, y buena muestra de ello deja con su personaje. Pero tampoco menosprecia a la Iglesia. No la pone a parir, como se esperaba, sino que la presenta amabable, con sus cosas, claro está, pero no llega a ridiculizarla. Lo que sí le ha salido es un esperpento que bien podría haber ido por otros derroteros mucho mejores.
Cuando todo parecía que iba a tratar de una especie de El discurso del rey, con un Papa y un Psicoanalista de prestigio, la función cambia y se aloca hasta un punto tan alto que pierde toda la gracia que mantiene durante los primeros 40 minutos al espectador. Todo empieza muy bien, con un cónclave. ¿Quién no se ha imaginado cómo sería un cónclave? Por como lo enseña parece una cosa de lo más normal, dentro de la importancia que trae consigo la elección del vicario de Cristo. En el fondo los sentimientos de los allí presentes parecen lógicos, pues la carga que lleva el nuevo cargo consigo es de severísima importancia. Todo esto se trata muy bien, con alguna gracia, que no ofende sino que alivia una situación tensa e importante. Pero la situación se empieza a complicar cuando el ya elegido Papa le da un ataque de pánico y no quiere salir a saludar a los fieles. Se esconde. Por ello aparece el psicoanalista, para ayudarle. El cual introduce el tema del Déficit parental. Debe estar de moda en Italia, o le llamaría la atención al director, pero me recordó a un recurso muy Woody Allenesco el de la patología.
Todo va bien hasta que el Papa acude a otro psicoanalista y vive un periplo por Roma hasta que se vuelve a enfrentar con la realidad.
Mientras tanto, en el Vaticano, conviven encerrados todos los obispos y cardenales más el psicoanalista. Al cual no se le ocurre otra genial idea que debe cambiar un poco los hábitos de los religiosos y hacer que se distiendan de una manera un tanto peculiar, haciendo un "mundial" de volleyball. Las razones por las que se juega no se muestran, pero las razones en pleno juego de porqués que da el personaje de Moretti son muy ateas. Trata de hacer gracia, pero no lo consigue. Salvo que seas un ateo redomado y te hagan gracia esos chistes. Pues lo burdo le acaba comiendo terreno a lo original, como la escena del paso por las habitaciones o en la sala de espera jugando a los juegos de mesa.
Artísticamente, al igual que en la película de Trier, está bien, todos correctos. Ninguna actuación destaca por encima del resto como algo fuera de lo normal. La música es muy normalita salvo el final y el miserere que la cierra con esas palabras tan duras del nuevo Santo Padre y que son sorprendentes. A mí me sorprendió bastante, no las esperaba, pensaba que Moretti tendría un momento sensiblero y la haría acabar bien, pero...

Nota: 4 (la primera parte la apruebo con buena nota, con un 7 por lo menos, pero la segunda la suspendo, un 1 por no darle un 0, la media es un 4 y con esa nota se queda)
Lo mejor: la primera media hora.
Lo peor: el resto salvo el final.

domingo, 6 de noviembre de 2011

MANDANGA

Hoy quiero hablar de un término que se está echando a perder. Es una expresión polisémica. Que debo escribiros con mayúsculas, pues llena la boca al pronunciarla. Se trata del término MANDANGA. El significado con el que la voy a tratar es el de novieta -que no novia- pero sobre todo, pretendiente.

Como os decía este término está condenado a desaparecer y no debemos permitirlo, sino el maniculiteteo que trae consigo también perecerá. Ahora ya no hay distinción alguna, todo vale, todo es lo mismo y esto no se puede permitir. Una cosa es la mujer, otra la novia y otras son la o las queridas, y también están por ahí las pretendientas, que no tienen porqué ser queridas.

MANDANGA engloba a toda aquella que no es novia ni mujer. Ahora bien, hay grados de MANDANGA. Está claro que no se puede considerar a todos de la misma manera. La principal diferencia entre las MANDANGAS reside en el maniculiteteo, es decir, lo que la querida deja meterse mano y devolver esa muestra de afecto.

Entonces... ¿qué hacemos con lo que se aleja del original de MANDANGA y las confusiones en el caso de la novia y la mujer? ¿Cómo lo llamamos? Últimamente se ha empezado a usar más el término Señora para referirse no sólo a la mujer, sino que también a la novia y a la querida, y eso no está nada bien. Llamemos a las cosas por su nombre. Otra expresión es el de Rollete, ¿qué - y perdonen la expresión- coño es un rollete? Eso no puede ser bueno, la propia palabra ya lo dice, hecho un rollo. Por eso hoy quiero romper una Señora LANZA, sin hacer que esto sea un rollete por la MANDANGA, porque es un término que merece la pena ser respetado. Todo lo que trata de suplantarla me parece BUFONESCO, sin sentido, innecesario o desnecesario, como quieran, pero si háganme caso cuando les digo que, por favor, llamemos a las cosas por su nombre y, que un pretendiente amigos, es una MANDANGA, es una verdad como un templo y punto, no le den más vueltas.

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