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sábado, 19 de noviembre de 2011

Involución democrática

Siempre me había parecido un tipo interesante. Se hacía muchas preguntas, a cada cual más interesante. Eso me sorprendía. Cómo un tipo a esa edad leía cierto tipo de revistas, se preguntaba por conocer la verdad y la buscaba. Nunca podré decir que yo he sido así. A mí no me sale ser tan honesto. Quizás porque comencé tarde a hacerme preguntas o a buscar la verdad. Pero una cosa sí que me sale, y no es más que darle gracias por lo que consiguió hace un año, introducirme en el camino de la búsqueda de la verdad que tenía abandonado. Un camino en el que pensaba que estaría solo y para nada, estoy muy bien acompañado.Este chico del que hablo y que os presento es Pablo Ortíz (Granada del 90) humanista en camino, buscador de la verdad.
Me dijo: "hazme una crítica sobre el artículo". ¿Qué puedo decir de algo que es verdad? Voy a ser muy sencillo, quizás parezca simple, pero espero ser completo al mismo tiempo: es fantástico. Yo no puedo hacerlo tan bien, es imposible, no me sale. Y en el fondo te envidio mon amí. Haces que me enorgullezca de ti, esto y las conversaciones que siempre tenemos, que aunque a veces sean breves ayudan muchísimo. Nuevamente gracias.

Y ahora ya sólo me queda dejaros con el artículo de Pablo Ortíz y su INVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA:

El término democracia tiene origen en la Grecia Clásica, y significa poder del pueblo. Una serie de tiranos, sin la connotación que hoy día podríamos recabar en nuestros políticos, conocidos como Dracón, Solón, Pisístrato, Clístenes y Pericles llevaron a cabo un código constitucionario, que más tarde evolucionaría en la Democracia, donde el pueblo (Ecclesia) decidía las cuestiones del estado.

A finales del siglo XX, los países fueron introduciendo este sistema, corroborando y verificando las palabras de un excéntrico griego, Pericles: “seremos admirados por nuestros contemporáneos y por las generaciones futuras”. El objetivo era hacer oír las voces del pueblo, y para ello, los media eran imprescindibles. El papel fundacional era servir como canal para las opiniones individuales, es decir, ser un lugar de debate, porque los supuestos de los medios de comunicación son: informar; que una mayor información provoque una mayor participación política; y que esto favorezca una democracia saludable.

El problema surgió con la aparición de la televisión. La intervención de este media provocó el desplazamiento de la opinión pública, la esencia de la democracia, y la perversión de los supuestos. En la actualidad no existen las opiniones individuales, existe una masa de individuos que creen tener una doxa, pero que en realidad viven manipulados y manejados por este canal. Sartori comenta que “actualmente, el pueblo soberano opina en función de cómo la televisión le induce a opinar”. Karl Popper siguiendo el hilo a Sartori, dijo que “la democracia no puede existir si no se controla la televisión”. Sartori responde diciendo que es un suicidio confiar “la conducción del gobierno de un país a conductores que no tienen permiso de conducir”. A este exceso interrelacionar entre política y los media, se conoce con el nombre de Democracia Mediática.

Estas reflexiones me sirven para analizar la involución democrática producida desde su establecimiento. Debo ahondar en la consecuencia que cierra el ciclo de la alienación ciudadana. Hablo del despotismo democrático. El eje de la televisión apunta a un término ideado por Tocqueville, pensador francés, que se hace contemporáneo. Hablo de la llamada <>, fenómeno que va de la mano de la televisión, ya que la programación de dicho conducto va dirigido a un grupo social, los apáticos, que representan al 70% de la población y cuyo único interés hacia la información es el ocio. Esta masa social u Homo Videns, participa en las elecciones democráticas, pero al estar influidos por la televisión actúan, de cara a este importantísimo acontecimiento, como una masa con una doxa que define el término de Tocqueville, provocando el despotismo democrático. Por eso, hoy opino que no solo no me representan la jauría de incompetentes con ansias famélicas de poder, sino que tampoco me veo representado por esta masa apática, negligente y alienada.



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