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lunes, 11 de julio de 2011

Desafío en Gredos (cuaderno de bitácora): Capítulo III

Una esmeralda entre rocas y cabras

El desayuno nos puso a tono a todos los allí presentes. Cargamos las mochilas como si de plumas se tratase, aunque a los cinco minutos regresaran las quejas y las peticiones de pausa antes de seguir. Javi marcaba la senda como de costumbre, pero Nacho investigaba paralelamente con más tino un camino más suave y menos empedrado.
El ´Marqués´ se puso en cabeza, se lió el palestino a la cabeza y puso velocidad crucero hasta el final de la Laguna Grande. Allí hicimos el alto.
-Aquí podemos dormir esta noche- se comentó.
Unos metros por encima nuestra, en la pared de la roca, divisamos un hueco que era perfecto para esconder las mochilas.
- ¡Pero como vamos a esconder las mochilas!, yo me apunté a un viaje de relax, nada de traqueteo Javi- dijo Anita con más sorna que verdadero cansancio.
-Ana, así es como se hace en la Milicia (ya tuvo que salir el tema de la Milicia!!)Jorge, ayúdame a subir los macutos.
Aquí se iba a producir un caso curioso hasta entonces no probado, ¡la mochila de Nacho pesaba menos de lo esperado! las nuevas pruebas apuntaban a que en el grupo había una equivocada tercera mula de carga. Sí, digo mula, porque mulos éramos dos. La tercera era una fémina. Qué digo fémina, superheroína. Me estoy refiriendo a la más jóven a la par que más seria y preocupada por todo y todos, Mónica. Sé que será duro asimilar que el "pobre" de Nacho era un fortudo que cargaba víveres como un sherpa, pero no es así, quizás el primer día tenía cierto peso su macuto pero no el resto, ¡oh malandrín qué callado lo tenías!
Una vez escondidas las mochilas pusimos rumbo,con ropa de baño en mano, a la Laguna Esmeralda. A los pies del Almanzor y del "Perro que fuma". Allí ocurrió algo previsible para la gente muy blanquita de piel, el color cangrejo, también conocido como quemadura por lechoso. Javi, como hombre valiente y aventurero fue el primero en cambiarse de muda y explorar el interior de la Laguna. Por sus espasmos y sonidos guturales pronto nos dimos cuenta de que el agüita estaría bastante fresquita. He de admitir que pensé bastante rato el cambiarme para lanzarme a las profundidades de semejante maravilla acuífera pero al final me armé de valor. Salté, sí salté. El frío recorrió mi cuerpo en menos de lo que duran los segundos, había que moverse rápido, ahora entiendo los espasmos de Javi. Gritaba cosas impronunciables e ininteligibles, pero se me entendía, tenía frío. Como pude salí de la poza natural y corrí raudo hacia la toalla.
-No me vuelvo a tirar- dije (pero también me equivoqué).
Llegó el momento de las chicas. Su pase de modelos de bañadores verano 2011 se hizo esperar su tiempo. Se acercaron con paso firme y elegante, como buenamente puede ser un paso elegante entre rocas. Parecían modelos de Carrefour. Estaban muy bien. Comenzaron su incursión en la Esmeralda como las abuelas, poquito a poco, primero los tobillos, para que el resto del cuerpo se fuera aclimatando, luego tocaba sentarse en la orilla y frotarse el cuerpo previamente requeteuntado de crema solar factores inverosímiles (90 incluso), que aquello no era crema solar, ¡era salsa ali-oli!. El siguiente paso era el un, dos, tres, y a la vez cayeron como unas valientes cobardes en las gélidas fauces de la laguna, aunque más que laguna por su tamaño era una charca profunda. También las cosas como son.
Tras el momento ladies, el segundo momento de los valientes. El fin no era otro que como la primera vez había sabido a poco... pues había que repetir, y también para abrir un poquito de boca, que comer sin hambre no nos gusta a ninguno.
Durante la comida a la orilla de la Esmeralda, una barra de salchichón se erigió como la reina de la tarde junto con la bolsa de kikos. Las cabras que son muy listas, cuando vieron la oportunidad de tener comida de parte de los forasteros se acercaron con miedo pero sabiendo lo que hacían. Buscaban alimento y engancharon.
La tarde dio para mucho, siesta, exploraciones de saltos de agua, dar comida a las cabras... En cuanto a las exploraciones: Vale que cuando más alto subas, más pura será el agua, estoy de acuerdo en echarle las gotitas de lejía y luego el milagroso y adictivo té, pero como bien dijo Mónica "¿acaso al agua de las fuentes de aquí no hay que echarle la lejía también?" mmm curioso juicio, ¿qué tendrá que responder Agrela a semejante cuestión? ¿intentó Javi intoxicarnos con la lejía? ¿nos quiso hacer adictos al té? estos misterios aún están sin resolver, pero se conseguirá, igual que se hizo con la mochila del Marqués.


De vuelta ya a la Laguna Grande y con las mochilas recuperadas sin haber sufrido ninguna pérdida, comenzamos una velada especial. Jugamos a una especie de Party pero sólo con las tarjetas. Tres grupos se enzarzaron por conseguir el mayor número de puntos. El tándem Javi-Mónica (los milicianos), el trío Ana-Bal-Cris, y el dúo casi humorístico Nacho-Jorge (marqués-duque). La primera pareja rápidamente hizo gala de su cultura general y pronto se puso en cabeza, pero esto como no es como empieza y sí como acaba, terminó por cambiar de rumbo hacia el lado de los amos de la pantomima y justos administradores de la puntuación, que al final estuvo muy reñida, ganamos con 14 puntos Nacho y el firmante de semejante cuaderno, seguidos de cerca por los milicianos y a un punto del segundo puesto las tres señoritas que también jugaban. Como diría Fernando Alonso, Javi quedó el primero de los últimos.
De nuevo el hambre llamaba a nuestros estómagos. Al de Bal sobre todo, no paraba de querer comida. Cenamos lo de siempre, tampoco debemos recrearnos en una nueva mención de los alimentos. El tiempo empezaba a tornarse fresquito. El abrigo se necesitaba, algunos locos pusieron los gorros a la cabeza. Pronto el querido e indispensable lumen hizo su entrada en la acción.
Sin luz solar tocaba dormir, ¿o soportar una "inquietante" historia de miedo? Fue una noche curiosa. Al principio no había luna. Las estrellas estaban preciosas en el firmamento y Nacho se moría de frió y sed mientras que las chicas se acurrucaban como larbitas en sus sacos para coger la mejor postura. Javi me enseñó algunas estrellas, la P se San Pablo. Pero pronto todos caímos en el primer sueño gracias a las nanas que las ranas nos ofrecían desde la orilla e interior de la Laguna. Así transcurrió todo, al menos lo que yo recuerdo, pues para nada Javi y yo tuvimos noción de que Nacho se preparó una hoguerita por un breve periodo de tiempo hasta que la yesca ardió y luego sus penurias hasta recibir en su interior el jugo de un zumo que le calmara la sed.
El segundo sueño no llegaría hasta después de acostumbrarnos a la deslumbrante luz de una luna amarillenta, casi naranja que realizaba un eclipse con su hermano sol en plena noche. Parecía de día, pero eran las tres y pico de la noche. La luna estaba preciosa, y hacía más perfecto aquel lugar si cabe.
A la mañana siguiente, Javi, con su gracia particular, y confundiendo con pequeñas cabritillas a las larbitas despertó a base de palmas y ritmo de "arribaaa, arribaaa" a nuestras queridas chicas. Quienes pudimos divisar aquella estampa tenemos que decir que no tuvo precio verla, pero que no son formas de despertar a alguien teniendo la oportunidad de levantarles con "el pedazo" la canción del verano que bien canta Cherito y ya todo el mundo.



Tráiler para la próxima entrega: Un regreso agónico hacia los coches. Fuentes de agua que no necesitaban las gotitas de lejía. Un cura campechano, un bautizo. El regreso a casa...

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