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lunes, 6 de diciembre de 2010

“Sí que me acuerdo, sí que me acuerdo”

Extremoduro reunió anoche en el primero de sus dos conciertos fin de gira a más de 30.000 personas en el Palacio de Deportes de la Comunidad de Madrid.
Jorge Velasco. Madrid.
Muchos ya estamos hartos de que traten siempre de hacernos el timo de la estampita y de que nos digan cada vez que el grupo extremeño saca un nuevo álbum que hay que ir a verles, pues no se sabe cuánto le queda de vida a Robe Iniesta, líder y voz del grupo. Supongo que este bulo está usado sólo como reclamo para ir a ver a la banda de Plasencia y no a ver como un ex drogadicto da sus últimas notas con su guitarra encima de un escenario. Por este motivo y, sobre todo, porque tienen nuevo disco en el mercado, La ley innata, el grupo extremeño está de vuelta. Ha regresado a la carretera tras unos años de descanso que los han empleado para componer con mucho mimo y detalle las letras que forman su último álbum.
La gira arrancó allá por Mayo, aún sin el disco en el mercado, y anoche llegó por segunda vez a Madrid para cerrar la gira en la primera de las dos noches que el grupo actuará en la capital. Y cómo no, el recinto empleado para el evento, el Palacio de Deportes de la Comunidad de Madrid, se llenó, o como decía uno de los muchos que formaba la masa del público “¡está petao macho!”. Es cierto, no quedaban ni entradas de última hora en taquilla. Todo estaba vendido.
El concierto tuvo de todo. La fiesta la empezó el grupo invitado, Doctor Deseo, que han sido los encargados de telonear (si es que esta palabra existe) durante toda la gira a la banda de Robe y Uoho. El vocalista y líder trató de salir lo más arreglado posible para la ocasión y, sin querer le salió un look muy al estilo de Freddie Krueger. A pesar de esta curiosidad el grupo estuvo muy a la altura de las circunstancias.
Después, tras media hora de pausa, de avituallamiento para coger energías, ese último mini de cerveza, empezó el show de Extremoduro. Cayó el telón. Apareció la banda y comenzaron a tocar uno de sus mejores temas, Deltoya, y el delirio se apoderó de todos, tanto de chavales, como treintañeros de la grada pasando por los típicos en estos saraos, esos que tienen al Che Guevara como icono y que visten con ropa de mercadillo y pantalones gachos. Tras un comienzo de varios temas conocidos por todos sus seguidores llegaron las canciones del nuevo disco empezando por la más significativa del álbum, Dulce introducción al caos. Pues el tema no puede expresar mejor el fallo de sonido que hubo justo antes del descanso. La expresión que se le escapó a Robe lo dice todo “me cago en la puta”. Quizá no ha sido la mejor expresión, pero así es cómo ha calado Extremoduro en mucha gente. Con expresiones llanas y letras de poeta de alcantarilla y barrio bajo.
Tras un descanso de media hora, que en un principio iba a ser de diez minutos, la banda pidió disculpas por el fallo de sonido. Mucha gente estaba indignada y pedía que le devolviesen el dinero. Pero estos comentarios se desvanecieron en el ambiente cuando el grupo regresó al escenario con muchas más ganas y con mejor audio. En esta segunda parte la alegría y el alboroto se apoderaron del público, sobre todo del que ocupaba la pista. Saltos, empujones, canturreo de los temas… en fin. “En las Ventas hubiese sido mejor el fin de gira” decía uno de los muchos que pasaron delante de mí. Y razón tampoco le faltaba a pesar de su estado de embriaguez.
El concierto terminó con las canciones míticas, las que todo el mundo sabe. Puta, Salir y, Ama, ama y ensancha el alma cerraron la noche. “Ya no me acuerdo de nada…” dice uno de los temas a lo que el líder del grupo contestó “sí que me acuerdo, sí que me acuerdo”. De esta manera y levantando la guitarra en alto se despidió hasta siempre y hasta otra Robe Iniesta, dejando que el resto del grupo cerrase la fiesta secundando a Uoho en su mini concierto de diez minutos. En el que dio una master class de cómo tocar la guitarra eléctrica.
JVF

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