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viernes, 10 de diciembre de 2010

III

Dedicada a un Marqués y a quien se vea en ella.

Recuerdo todavía aquella mirada.
Ella tenía miedo, espero que fuera el motivo.
Yo en mi saludo no incluí beso, fui esquivo,
la timidez me comedía. Era fría la mañana.

Con el paso de los días
su muro fue cayendo, se dejaba conocer
soñaba con mañana, quería volverla a ver,
pero aún no amanecía.

De la cabeza no me quito su dulce voz,
su bella sonrisa, sus brillantes ojos.
Pero llegó mañana y, me despertó el sol.

A la voz de hola, ¿qué tal? buenos días,
perplejo me hallé, ¡más bella que ayer!
no supe qué responder, ¡qué cabeza la mía!

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