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miércoles, 19 de mayo de 2010

Y Dani se hizo mayor

Vaya tela!!
Se ha graduado mi hermano. El hecho de haber ido a ver cómo recibía la orla y la banda me ha traído recuerdos. Recuerdos buenos y muy buenos, porque los malos recuerdos mejor dejarlos a un lado y, a ser posible, en una caja bajo llave en lo más profundo de algún lugar sin fondo.
He vuelto al instituto. He visto un montón de caras conocidas, pero no he saludado apenas a nadie, pues sólo me sonaban las caras. Claro, les conocía sólo de vista. Creí haber visto a una ex compañera de clase, estoy prácticamente convencido, pero luego la he perdido de vista y no la he saludado. Quizá me haya equivocado, porque con tanta gente cualquiera puede cometer cualquier error. Aún así sigue muy guapa… lo que me pareció ver.
La ceremonia ha sido curiosa. Cuando me tocó a mí estar en la situación de mi hermano aquello era muy distinto. Hace cuatro o cinco años fue cuando yo me gradué y la ceremonia fue parecida, pero todavía no estaba instaurado el glamour entre los jóvenes que recibíamos la despedida de los profesores. Muchos fueron de calle, con un simple pantalón, camisa y jersey. Algunos sí que fueron con traje, pero fueron los menos numerosos. Hoy todos iban de punta en blanco. También los contenidos han mejorado. Se han introducido números musicales. A mí me tocó aguantar la chapa, porque no era discurso, era una losa, sobre los viajes de Ulises. Encima llovía y la gente quería algo rápido. Por eso, cuando terminó aquella mujer/profesora su discurso de unos 20 minutos si no más, todo el mundo a modo de chascarrillo aplaudió y voceó eso de otra otra que tanto gusta al populacho cuando está cómodo en un sitio.
Este año la chapa, mejor dicho, chapita, la ha dado una profesora que se jubila. A mí me dio dibujo, o plástica, ya no me acuerdo, y fue mi tutora en 3º de E.S.O. A ella se lo permito. Quizás fuesen sus últimas palabras a unos alumnos y, además, es que es una persona que cae bien enseguida debido a su carácter y su humor, que baila entre el negro y el serio con grandes dosis de palabros incorrectos.
Tras el “podéis ir en paz”, a su manera, del director del Instituto, tocaba una sesión de fotos entre los chavales y los familiares y luego todos a picotear un ágape al gimnasio. Eso sí que no ha cambiado en ningún año. El problema es que todos habíamos ido sin merendar y cuando hemos entrado los últimos ya apenas quedaba algo. Al que he visto jalando en exceso ha sido al que fue mi profesor de Electrotecnia, y claro, perdóname, pero así se te ve de feliz.
El acto terminó a eso de las nueve, más o menos. Pero para todos los chavales la fiesta continúa. A ver como vienen, pues muchos es la primera vez que salen y seguro que pasa de todo. Ja ja ja, ¡qué envidia!

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