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lunes, 26 de septiembre de 2011

Obituario al toreo en Cataluña

Hoy es un gran día para este blog. Recibo y recivan con gusto y agrado a la colaboración especial de Pablo Casado. Para quien le quiera conocer mejor le puede seguir en twitter: @pablo_casado . Sin más dilación paso a que se deleiten con su temita:
El arte y la libertad quedaron desde ayer reducidos en Cataluña. El nacionalismo disfrazado de naturalismo ha realizado la mejor de sus faenas y ha dado estocada mortal a la Fiesta nacional, a los toros. Las causas de la prohibición hay que buscarlas en la política no en la protección de un animal al que aman, más que nadie, los taurinos.
La muerte estaba anunciada y el mundo del toro ha querido escribir un epílogo digno de tan alta ocasión. La Feria de la Mercè, en La Monumental de Barcelona, se ha convertido en el gran homenaje a la Fiesta brava. El sábado, Morante, Manzanares y ‘El Juli’ dieron un recital de toreo entre gritos de ¡libertad!. Los tres fueron sacados a hombros y llevados por las calles de la Ciudad Condal hasta su hotel. Lágrimas de pena y alegría se mezclaban en las mejillas de los aficionados.
El domingo, postrero día, José Tomás encabezaba el paseíllo, junto a Juan Mora y Serafín Marín, torero de la tierra. Los tendidos a rebosar y en el exterior, no más de 50 antitaurinos, mostraban su alegría. La excusa “verde” de la prohibición se muestra débil. Expectación máxima y tristeza contenida.
Suerte desigual en los lotes. José Tomás bordó el toreo en su primero y desorejó a su astado dando paso a la última bronca que oirá un presidente en Barcelona por no conceder el rabo. Mora lo intentó y el público le ovacionó en ambas ocasiones. Serafín Marín tuvo el triste honor de lidiar al último en Cataluña. Dos orejas, una ‘senyera’ por capa, y un llanto incontrolable que el diestro no ocultó, valiente.
El público saltó al ruedo de La Monumental en busca de los maestros y los sacó en volandas por la Puerta Grande y más allá. Muchos se arrodillaban melancólicos y guardaban, como reliquia, un puñado de arena del centenario coso. A las ocho y diez de la tarde del 25 de Septiembre de 2011, el Toreo moría en Barcelona. Pero siempre brilla una luz.
Morante vestía ayer de negro y azabache, luto, pero con remates blancos, un gesto de esperanza. El toro se resiste a ser víctima colateral de una lucha nacionalista. La sentencia de prohibición se encuentra ahora en el Tribunal Constitucional, donde se espera se eche abajo, dando prioridad a la libertad, a la cultura y al arte.
Tras los toreros a hombros, un grupo de aficionados portaban una pancarta que decía: “Continuará”. Así sea. Hasta entonces, que Dios reparta suerte.

Gracias por todo Pablo. Esperamos muchas más noticias como esta.

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